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Male Chahín

Chile, residente 2022

Male Chahín estudió artes visuales en Chile y realizó un máster en producción artística en la Universidad de Barcelona.

Después de varios años alejada del arte, fue después de atravesar varios temas de salud y cirugías que retomó su trabajo artístico el año 2022, a través de la cerámica. Actualmente se encuentra realizando una investigación visual sobre la naturaleza y sus polaridades, bajo una mirada que integra extremos históricamente rechazados por la cultura occidental.


Su búsqueda se basa en su propia experiencia y explora el dolor, las transformaciones y la muerte, desde una mirada que permita generar reflexión en las fisuras de aquello que nos disocia del cuerpo y espacio que transitamos, abarcando inseparablemente el ámbito natural y la dimensión espiritual.

En la práctica, esto se refleja en una producción material sostenible, donde su obra se erige a partir de lo que el lugar de realización permite, produciendo y recolectando de la naturaleza y contexto local.

Su obra ha sido expuesta en Chile, Australia, España, México y Argentina y forma parte de la colección Unicaja en Málaga.

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Estudiar la belleza del dolor

Durante la residencia en Ruido Blanco, Malena trabajó con la fotografía y la cerámica como soportes para mostrar la belleza en lo imperfecto. Para ello presentó dos series de trabajos:  Serie desnudos y Serie estudios de belleza. 

 

Malena investiga cómo en occidente se educó la mirada para percibir lo bello/lo bueno con lo blanco, elevado, pulcro, limpio y sin dolor como nociones y categorías deseables y positivas. No hay una aceptación de todos los cuerpos, se intenta ocultar el dolor o aquello que es considerado negativo como la sangre, la muerte, la vejez, entre otras características humanas.  En sus investigaciones encontró que el único espacio donde asumimos y aceptamos la polaridad es en la naturaleza, donde lo putrefacto es abono y donde la muerte es necesaria para la vida. 

 

Encontró en la selva misionera detalles que le remitieron a algo que no era aceptado por la cultura occidental  y lo registró fotográficamente. En el estudio abierto, las fotos iban acompañadas por títulos como estrías, cicatriz, entre otros. Con esta acción, Malena problematiza sobre cómo la cultura educa la mirada y establece categorías sociales de exigencia.
 

En sala, las fotografías estaban apoyadas en un vidrio transparente que dejaba ver a lo lejos la triple frontera, pero al caer la tarde, el vidrio reflejó las obras de sus compañeras. En especial, el video realizado por Mads, que narra un mito de origen de la zona. La idea de lo cíclico no es casual: estaba presente en este juego de ficción/realidad construída por la ubicación de las obras en el espacio. 

 

Por otro lado, con su serie Desnudos, Malena problematiza cómo la naturaleza la obligó a penetrarla de manera conceptual y material. La serie,compuesta por tres esculturas vivas de barro ñaú, remiten a partes del cuerpo humano y a fragmentos de la naturaleza al mismo tiempo. Con un juego de participación activa, Malena invitaba al espectador a tocar las esculturas y encontrar posibles formas orgánicas.  

 

Estas dos series presentadas en la exposición son el resultado de la investigación que realizó Chahin en territorio. La artista, nos invitó a hablar sobre lo que nadie habla, y a entender que en la palabra, en la acción de decir y de identificar el dolor se puede encontrar sanación.

Texto: Irene Gelfman

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